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    Al guiar a su hijo adolescente hacia retos saludables, puede ayudarle a satisfacer su deseo de asumir riesgos, evitar consecuencias negativas y reforzar su confianza y su capacidad de liderazgo.

    Los beneficios de arriesgarse

    Los adolescentes adoptan comportamientos de riesgo para descubrir quiénes son, no necesariamente para ser rebeldes o desobedecer intencionadamente a sus padres. A la mayoría de los padres les aterra la idea de que sus hijos adolescentes se arriesguen, pero eso se debe a que muchos de ellos consideran que arriesgarse en la adolescencia es beber en exceso, consumir drogas, fumar o tener otros comportamientos potencialmente peligrosos. Pero asumir riesgos no siempre es algo negativo, y asumirlos de forma saludable puede, de hecho, fomentar la confianza y ayudar a fortalecer las habilidades de liderazgo de los adolescentes.

    Asumir riesgos de forma saludable no pone a tu hijo en peligro, pero sí requiere que se arriesgue a algo, como al fracaso o a las críticas.

    Arriesgarse es una parte natural del desarrollo de la identidad de los adolescentes y les ayuda a descubrir quiénes son, mientras exploran sus límites. En el proceso de correr riesgos saludables, ganarán confianza, valor y la capacidad de hacer planes y resistir los impulsos, todas ellas habilidades importantes que necesitarán en la vida.

    La mayoría de los padres entienden que, cuando enseñan a su hijo a montar en bicicleta, hay muchas posibilidades de que acabe con una rodilla raspada, pero ese riesgo merece la pena por la recompensa de las habilidades motrices, la confianza y la autoestima que conlleva aprender a montar. Eso es exactamente lo que significa correr riesgos saludables.

    Identificar los riesgos saludables

    La mayoría de los adolescentes están llenos de entusiasmo, pero pueden tener dificultades para expresar esa energía de forma segura. Una lluvia de ideas puede ayudarles a encontrar la actividad adecuada, significativa y desafiante, y una forma de dirigir sus intereses hacia una salida emocionante pero saludable.

    Algunas preguntas para ayudar a iniciar la conversación:

    • ¿Qué te hace más feliz?
    • Para ti, ¿qué es lo más valioso que existe en el mundo?
    • ¿Qué es lo más emocionante que has hecho o te podrías imaginar hacer?
    • Si tuvieras un día entero para hacer lo que quisieras, ¿qué harías?
    • ¿Es algo físico, como el deporte, lo que te hace feliz? ¿Una cosa creativa, como dibujar o tocar la guitarra? ¿Una cosa emocional, como ser voluntario en un refugio de animales?

    Una vez que sepa más sobre lo que su hijo encuentra emocionante, puede buscar retos saludables que le produzcan la misma sensación. Cuando tu hijo adolescente se decida por una actividad, hacerle preguntas sencillas es una forma estupenda de ayudarle a que se haga a la idea:

    • ¿Cuánto tiempo quieres dedicar a esta actividad?
    • ¿Cómo lo lograrás?
    • ¿Qué material o herramientas vas a necesitar?
    • ¿A quién debes dirigirte?

    Si se desvían del camino, no intervengas y te hagas cargo, ya que darles demasiada ayuda anula toda la experiencia de aprendizaje y su sensación de haber asumido un riesgo o un reto. Deja que se desenvuelvan en el proceso de empezar, y luego haz un seguimiento de cómo se sienten con la actividad en sí.

    Si no se atreven a probar algo nuevo, hábleles de sus propios riesgos y de sus fracasos. Asegúrese de modelar el comportamiento que quiere ver en su hijo para que tenga un ejemplo (se den cuenta o lo admitan o no, los adolescentes tienden a imitar a sus padres).