Cuáles Son los Factores de Riesgo de la Adicción. Y Cuáles Afectan a Latinos.


Es más probable que algunas personas desarrollen adicción que otras personas que tienen los mismos hábitos. Cada persona vive situaciones particulares y tiene una historia única, lo que puede crear condiciones que se conocen como factores de riesgo de la adicción. Los factores de riesgo no predicen el futuro de una persona, pero sí permiten calcular las posibilidades de que alguien tenga un problema de adicción.

Es importante tratar los factores de riesgo de cada persona para reducir la probabilidad de un consumo problemático de sustancias. La comunidad latina en Estados Unidos enfrenta además condiciones particulares que, de acuerdo con numerosos estudios, podrían aumentar la posibilidad de que una persona desarrolle una adicción.

En este artículo, repasaremos cuáles son esos factores de riesgo generales y cuáles afectan de manera especial a los latinos en Estados Unidos, ya sea que hayan nacido en territorio estadunidense o en otro país.

En general e independientemente del lugar de origen, aumentar la capacidad de las personas para hacer frente a sus preocupaciones, atender problemas de salud mental, mejorar las relaciones con los hijos y mantenerlos seguros, pueden servir como factores de protección que reducen los riesgos de desarrollar una adicción.

Por qué importa prevenir y retrasar el consumo

Es importante considerar que prevenir el consumo de sustancias y retrasarlo el mayor tiempo posible hará que una persona tenga menos probabilidades de desarrollar una adicción. El cerebro humano termina de desarrollarse alrededor de los 25 años, por lo que la adolescencia y juventud son etapas críticas para crear conductas y hábitos saludables.

El consumo de sustancias durante la adolescencia y juventud puede provocar una variedad de efectos negativos en la edad adulta. Nueve de cada 10 personas con adicciones comenzaron a consumir sustancias en la adolescencia. Comenzar a consumir alcohol, nicotina u otras sustancias a una edad temprana es uno de los factores más importantes para predecir el riesgo de adicción.

La prevención y el retraso en el consumo es especialmente relevante para los latinos. De acuerdo con datos recientes del gobierno federal, uno de cada 10 adolescentes latinos entre 12 y 17 años de edad ha consumido drogas ilícitas —marihuana, cocaína o crack, heroína, metanfetaminas, alucinógenos o inhalantes, o medicamentos de venta con receta sin que un profesional de la salud los recetara—. Esto es más que el promedio que los jóvenes de la misma edad en Estados Unidos.

Asimismo, aunque en menos ocasiones participan en situacioness donde se bebe en exceso, según las estadísticas oficiales, los adolescentes latinos y afroamericanos desarrollan con más frecuencia que la población blanca problemas de salud o sociales por su forma de beber cuando son adultos. Y estudios indican que casi la mitad de los estudiantes universitarios latinos reportaron ocasiones recientes en que estuvieron severamente ebrios, lo que es más que el promedio en Estados Unidos. [1]

Problemas de salud mental y adicción

Las condiciones de salud mental como la depresión, la ansiedad, el trastorno de conducta o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) crean un mayor riesgo de adicción y uso problemático de sustancias. Por ello, es importante tratar las condiciones de salud mental, o entender cómo los problemas emocionales y de comportamiento, pueden desencadenar o aumentar el consumo de sustancias. Esto resulta útil para reducir el riesgo y prevenir lo que se conoce como trastornos concurrentes, es decir, cuando los problemas de salud mental y el consumo de sustancias ocurren al mismo tiempo.

Como padre, es importante estar atento en caso de que su hija o hijo consuma sustancias como una manera de tratar sus problemas de salud mental.

Considere que algunas condiciones de salud mental, como la depresión, afectan de manera particularmente severa a las adolescentes latinas. En general, las adolescentes latinas entre los 12 y 17 años de edad en Estados Unidos tienen más del doble de probabilidades (2.5 veces) de padecer un episodio depresivo severo que las adolescentes promedio de esa misma edad.[2]

Además, los adolescentes latinos, mujeres y hombres, sufren un mayor número de episodios depresivos severos que el promedio de los adolescentes estadunidenses, según estadísticas del gobierno federal.

Pese a que la depresión parece una condición relativamente extendida entre los menores de edad latinos, apenas una tercera parte de estos adolescentes recibe tratamiento. Así, resulta muy relevante monitorear la salud mental de los adolescentes.

La pandemia, además, empeoró la salud mental, principalmente entre las adolescentes. Investigaciones recientes indican que tres de cada cinco adolescentes en Estados Unidos experimentan tristeza y desesperanza, en especial aquellas identificadas como LGBTQ.[3]

Es importante señalar que los hijos con padres que enfrentan problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, tienen más probabilidades de consumir sustancias de manera problemática y de desarrollar una adicción. Por ello, es esencial que usted trate también sus propios problemas de salud mental.

Cómo los traumas afectan el consumo de sustancias

Se ha demostrado que las niñas y niños que han tenido una historia de trauma (como presenciar o experimentar violencia o abuso) tienen un mayor riesgo de desarrollar un consumo problemático de sustancias o adicción más adelante en sus vidas. Es importante, por ello, que los padres y personas encargadas de cuidar menores reconozcan el posible impacto de los traumas en una niño o un niño y obtengan la ayuda adecuada para tratar sus consecuencias.

Las familias latinas enfrentan a menudo situaciones traumáticas particulares. Aquellas que inmigraron a Estados Unidos experimentan con frecuencia pobreza y violencia en sus países de origen, así como trayectos traumáticos al cruzar la frontera, y largos periodos de tensión debido a su condición migratoria o si solicitan asilo en Estados Unidos.[4]

La deportación de uno de los padres u otro familiar o el riesgo de que sean deportados, puede también provocar estrés y trauma en la familia.[5]

Debido en parte a estas situaciones, estudios han estimado que tres de cada cuatro niños latinos sufren experiencias adversas en su niñez. Esto puede incluir separación de los padres, vivir con alguien que consume sustancias de manera problemática, o abuso físico o emocional antes de cumplir los 18 años. [6]

Estas situaciones, traumáticas, pueden ser factores de riesgo para muchas familias latinas, lo que puede influir en el consumo de sustancias y la adicción, así como en los problemas de salud mental. Una forma en que muchos adolescentes lidian con estos traumas es automedicándose como una manera de aliviar la tensión y el estrés producto de estas condiciones.

VEA ESTE VIDEO

Partnership en Vivo: Mes de la Herencia Hispana

¿Sus hijos estan en riesgo? Aprende sobre nuestra nueva herramienta para comprender mejor los riesgos que corre su ser querido y como apoyarlos

¿Puede el ambiente influir en el consumo de sustancias?

El consumo de sustancias o la adicción entre los compañeros de escuela o los familiares también son factores que pueden contribuir a que una persona desarrolle un consumo problemático de sustancias. Además, el fácil acceso a la nicotina, el alcohol y otras drogas, así como verlos con frecuencia en la cultura popular y en mensajes publicitarios puede crear un mayor riesgo.

Los latinos, además, viven situaciones particulares que son factores de riesgo. Incluso cuando nacieron en este país, los latinos enfrentan a menudo discriminación, desigualdad en términos de ingresos y bienestar, y leyes y políticas que hacen más difíciles sus vidas. Esto puede significar un menor acceso a ayuda para conseguir vivienda, seguro médico o préstamos para que los hijos vayan a la universidad.

Por ello, en parte, los niños latinos tienen más posibilidades que el promedio en Estados Unidos de crecer en ambientes de pobreza y, a menudo, de segregación, lo que ha sido vinculado con más altos niveles de violencia y crimen.[7] La pobreza afecta también la salud mental y los pensamientos suicidas entre los adolescentes.[8]

Asimismo, crecer en un ambiente con poco dinero y violencia contribuye a que los menores abandonen la escuela o tengan malas calificaciones, lo que sucede más a menudo entre los latinos que en la población general. El bajo rendimiento escolar ha sido identificado como un factor relacionados al consumo problemático de sustancias.[9]

El ambiente político y social también provoca mucho estrés para los latinos. La intolerancia y los discursos de odio dirigidos contra personas con ciertos orígenes son experimentados de manera especialmente intensa por latinos de familias migrantes y, de manera aún más marcada, por aquellos con familiares indocumentados.[10]

En general, sentir un trato diferente por pertenecer a un grupo particular es una causa importante de estrés. Esto afecta tanto la salud mental como el consumo de sustancias entre los latinos.[11]

La población de color en Estados Unidos tiene, ademas, problemas en su trato diario con programas e instituciones que pueden discriminarlos, es decir, pueden enfrentar lo que se conoce como desigualdades estructurales. Por ejemplo, numerosos estudios han identificado que los latinos tienen acceso a un menor número de tratamientos para las adicciones que la población general.[12]

¿Y si mi familia tiene una historia de adicción?

La familia juega un papel importante en el comportamiento de los niños y los adolescentes. Para empezar, la probabilidad de que una persona consuma sustancias de manera problemática o desarrolle adicción puede aumentar si la familia tiene una historia de adicción. Por ello, si hay antecedentes de adicción en su familia, es útil que lo hable con sus hijos. Estas conversaciones pueden tenerse de la misma manera en que hablaría sobre un historial familiar de diabetes u otros padecimientos médicos. Idealmente, estas charlas deben ocurrir durante los años finales de la educación primaria o desde los 10 u 11 años de edad.

Asimismo, las costumbres de las familias latinas pueden jugar un papel relevante en los menores y adolescentes. Estudios académicos han concluido que “el familismo” puede jugar un papel positivo en el bienestar psicológico de los menores y adolescentes. El familismo es cuando se da gran valor a las relaciones familiares, así como a la lealtad, compromiso y cuidado entre parientes. El positivo papel del familismo, sin embargo, puede disminuir si uno de los padres consume sustancias de manera problemática o si hay violencia en la familia.[13]

En general, una relación familiar positiva que valora la comunicación constante y honesta, reduce la posibilidad de que los hijos desarrollen un consumo problemático de sustancias o adicción, así como problemas de salud mental como depresión y baja autoestima. Las conversaciones sobre los daños del consumo de alcohol y tabaco también generan reacciones positivas de parte de los adolescentes, de acuerdo con estudios realizados específicamente entre familias latinas.[14] Asimismo, la supervisión del comportamiento de los hijos está asociada a un menor riesgo de consumo de sustancias.

Problemas de comportamiento o de control de impulsos

Los niños que se sienten atraídos por correr riesgos con frecuencia y que tienen dificultad para controlar sus impulsos o seguir las reglas tienen más probabilidades de tener problemas con el consumo de sustancias.

La mayoría de los adolescentes entienden los peligros de correr riesgos, aunque para algunos resulta especialmente difícil resistir los impulsos de hacer cosas arriesgadas. Algunos de los riesgos pueden ser: gozar al conducir autos a gran velocidad, tener sexo sin protección o participar en los retos populares en las redes sociales. Otro riesgo es, por supuesto, consumir tabaco, alcohol u otras drogas, pese a los daños que causan a su salud.

Tal como se indicó, estudios académicos indican que una buena relación con los padres disminuye la probabilidad de que los hijos tengan problemas con el consumo de sustancia pese a que tiendan a correr riesgos.

Con el tiempo, cambian los riesgos

A medida que los adolescentes pasan a la edad adulta, los factores de riesgo relacionados con el uso de sustancias y la adicción cambian. En cada nueva etapa de la vida, circunstancias nuevas y diferentes pueden crear estrés y presión adicional, lo que aumenta la vulnerabilidad al uso de sustancias y la adicción. Por ello, tener una comunicación constante y honesta con los seres queridos es útil para prevenir y atenuar los factores de riesgo de la adicción.